Los 7 Sábados a la Virgen de la Merced.
Los 7 Sábados a la Virgen de la Merced.
Devoción de los Siete Sábados en honor de Nuestra Santísima Madre de la Merced.
INDULGENCIA
El Papa Pío X en breve del 25 de mayo de 1908 concedió a todos los fieles que hicieren públicamente el ejercicio de los Siete Sábados en honor de Nuestra Señora de la Merced, una indulgencia plenaria, aplicable a las almas del Purgatorio y remisión de todos sus pecados en cada uno de los siete sábados, con tal que se confiesen y comulguen y visiten desde la salida a la puesta del sol, alguna iglesia de la Merced de la Orden Tercera o de alguna cofradía Mercedaria y, a falta de éstas, la propia Iglesia parroquial y allí rueguen por la concordia y exaltación de la Santa Iglesia Católica en el mundo entero.
ADVERTENCIAS
El ejercicio de los Siete sábados que se acostumbra hacer públicamente en las iglesias de la Merced durante los siete sábados que preceden a la Fiesta de Nuestra Santísima Madre, el 24 de septiembre, y que también se puede hacer en cualquiera época del año, consiste en confesar y comulgar siete sábados seguidos en una Iglesia de la Merced, rezar las oraciones propias de cada día y cumplir las demás condiciones exigidas para ganar las indulgencias.
Esta devoción es conocida desde el año 1824 en la Merced de Santiago de Chile, y hoy está extendida por toda loa Orden.
ACTO DE CONTRICIÓN
-Se rezan estas oraciones todos los sábados del Septenario-
¡Oh, Dios y Señor Omnipotente! Creador y conservador de todas las cosas, que me creasteis a vuestra imagen y semejanza, dándome los medios para que llegue a gozar en el cielo de la misma felicidad eterna de que Vos gozáis. Me amáis con un amor eterno y me habéis protegido en todos los instantes de mi vida.
Cuando anduve extraviado y lejos del verdadero bien, no me abandonasteis a mi perdición, sino que, como padre amoroso, me enseñasteis el camino de la salvación llamándome al arrepentimiento de mis culpas.
Mas yo, ingrata criatura, después de tan grandes beneficios he tenido atrevimiento para ofender de nuevo a mi generoso Bienhechor. Reconozco, Dios mío, el exceso de mi maldad y por eso, postrado a vuestros pies os pido perdón de mi pasada ingratitud. Me pesa de haberos ofendido, ¡oh Bondad infinita! Haced que mi corazón arrepentido os pague en adelante el tributo de amor que os debe; haced que llore siempre la inexplicable locura que cometí amando más a las criaturas que a mi Creador. Compadeceos de mi miseria y concededme una vez más vuestra misericordia, que yo os prometo, desde ahora, enmendar mi vida y amaros hasta el fin como a mi única esperanza. Amén.
ORACIÓN A NUESTRA MADRE
Vos sois, oh Madre mía, la misma Virgen compasiva que viendo la cautividad de los fieles bajo el imperio de los islámicos, os acordasteis de habernos recibido por hijos al pie de la cruz y descendisteis de los cielos a aliviar nuestros males y a revelarnos el dulce título de la Merced. Ante tan singular favor que hicisteis al mundo cristiano, me siento animado para llegar hasta vuestro trono a implorar vuestra misericordia en favor de las necesidades de mi alma.
Quisiera amar a Dios sobre todas las cosas, como lo han amado los justos de todos los tiempos; pero el amor desordenado de las criaturas viene a separarme de su santo amor. Quisiera ser humilde, caritativo y mortificado; mas, las pasiones y el amor propio se rebelan contra mi espíritu y nunca salgo de este infeliz estado que puede llevarme a la perdición eterna. Ayudadme vos, oh Madre de la Merced, a corresponder a las inspiraciones de la gracia y a realizar la obra de mi salvación.
A fin de asegurarme más vuestra maternal protección, os ofrezco ahora el homenaje y los afectos de mi pobre corazón. Aceptad, Señora mía, junto con el amor que me inspira vuestro nombre celestial, el obsequio de este piadoso ejercicio que consagro a vuestra gloria y a vuestro culto. Aceptad las visitas que vendré a hacer a vuestra imagen querida y oíd benigna mis súplicas desde el cielo. Vos que oísteis tantas veces los ruegos de los cautivos, de los navegantes y de los afligidos, oídme también a mí. Vos que tenéis esos brazos abiertos para recibir a vuestros hijos y que disponéis de las gracias del Señor, recibidme bajo vuestra protección y derramad sobre mi alma vuestras bendiciones para que no abandone jamás el amor y el servicio de mi Dios. Amén.
===PRIMER SÁBADO===
-Se rezan siete Ave marías en memoria de los 7 Principales Privilegios de María:
Los 7 Principales Privilegios de María
1°. El Primer privilegio de María es haber sido inmaculada desde el primer instante de su concepción
Ave María.
2° El segundo privilegio de María es haber sido saludada por un ángel que le anunció que sería Madre del Mesías prometido.
Ave María.
3° El tercer privilegio de María es haber sido elevada a la dignidad de Madre de Dios hecho hombre para redimir al mundo.
Ave María.
4° El cuarto privilegio de María es ser la Virgen de las vírgenes.
Ave María.
5° El quinto privilegio de María es ser más santa que todos los santos. No pecó ni aun levemente, ni cometió la más ligera imperfección.
Ave María.
6° El sexto privilegio de María es ser la Corredentora de la humanidad, culpable por el pecado de Adán.
Ave María.
7° El séptimo privilegio de María es ser compasiva Mediadora entre Dios y los hombres.
Ave María.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Como era en el principio, ahora, y siempre; y por los siglos de los siglos Amén.
Tus mercedes y amnistía sean mi fuerza en adelante,
R/. Te lo ruego, Virgen Pía, por Jesús Hostia Sangrante.
CONSIDERACIÓN:
¿No es verdad, oh cristiano, que este hermoso nombre despierta en tu corazón el amor, la esperanza y la devoción a la Reina de los cielos? Ella, la Virgen inmaculada, la Madre purísima de Jesús, nuestro Salvador, tomó un día este dulce nombre para enseñar a los pecadores arrepentidos a esperar de la misericordia divina el perdón de sus culpas, siempre que la invoquen con fe y con amor. Innumerables son las gracias, las conversiones, los consuelos y favores que las almas cristianas han recibido de María, bajo el título de la Merced, desde que se empezó a pronunciar en la tierra este nombre bendito.
Aún antes de saber apreciar y comprender todo el encanto que él encierra, lo hemos oído repetir con ternura en su templo, en el hogar doméstico, en los trances difíciles de la vida. Cuando niños, lo repetíamos con cariño y sencillez; mas, ahora que sentimos el amor de María, ahora que hemos probado la dulzura de su devoción, lo pronunciamos con la inexplicable satisfacción de saber que él es el nombre de nuestra Madre que nos ama con un grande amor. Para convencernos de esta verdad basta dar una mirada al pasado y contar los repetidos favores que, en nuestras necesidades, hemos recibido de su inagotable bondad.
De aquí, pues, nuestra obligación de amarla y obsequiarla con la ternura y la verdad que merece una madre tan digna. En este primer día, que destinamos a venerar su santo nombre, prometámosle delante de su altar que la amaremos como buenos hijos, todos los días de nuestra vida. Que llevaremos en nuestra memoria, como un tesoro de inestimable valor, el recuerdo de sus gracias y que nuestros labios invocarán su nombre con filial amor en las pruebas, en los peligros, en las penas y en las tentaciones.
--Se medita unos momentos y se ruega a María, nuestra Madre, por las necesidades particulares, por el triunfo de la fe Católica, por la prosperidad de nuestra Comunidad y por la prosperidad de nuestra Nación.
ORACIÓN PARA EL PRIMER SÁBADO
Antes de alejarme de vuestro templo, oh María, quiero pediros que me concedáis la gracia de poder practicar vuestra devoción todos los días de mi vida.
Es verdad que el título de la Merced y todo cuanto se relaciona con vuestro culto, tiene para mí un encanto indecible y me siento feliz cuando hablo con mi Madre celestial; pero bien conocéis, Señora mía, la inconstancia del corazón humano. En medio de las distracciones del mundo puede invadirme la tibieza, debilitarse mi fe y llegar hasta a olvidarme de invocar vuestro nombre; por eso, desconfiando de mis propias fuerzas, pongo toda mi esperanza en vuestra protección. Dadme constancia para perseverar en vuestro amor y nada temeré, porque así habré asegurado mi salvación eterna.
Entretanto, recibid, oh Madre mía, la ofrenda de todo mi ser que desde ahora consagro a vuestro santo servicio: mi alma para que la purifiquéis de los afectos mundanos; mi entendimiento para que no piense sino en vos y en vuestros grandes privilegios; mi memoria para que en todas ocasiones se acuerde de tan dulce Madre, y mi voluntad para que con afectos encendidos se dedique a imitar vuestras perfecciones.
¡Quién me diera, oh María, que yo pudiera imitar vuestras virtudes para ser como los buenos hijos que se parecen a su madre! Concededme al menos la gracia de poder amaros mientras me dure la existencia y morir pronunciando vuestro santo nombre. Amén.
==ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS==
Todas las criaturas de la tierra os alaben, oh María, y a todas se extiendan vuestras mercedes y misericordia. Socorred nuestra Iglesia Santa en sus actuales necesidades; asistid a los sacerdotes y nuestros superiores, haced que todos los fieles los respeten y obedezcan y que vuelvan a la verdadera fe los herejes y cismáticos.
Iluminad a los pobres infieles, redimid a los cautivos de los vicios, consolad a los afligidos y asistid a los agonizantes. Apagad el fuego de las guerras y conservad la paz entre los cristianos. Puesto que sois Madre nuestra, protegednos y amparadnos a todos, especialmente a las benditas almas del Purgatorio, por quienes ofrecemos todo el mérito de este septenario, implorando vuestras mercedes en favor de todas ellas, y en particular por las que nos pertenecen más de cerca, para que vayan un día a gozar de la eterna felicidad de la gloria. Amén.
Tus mercedes y amnistía sean mi fuerza en adelante,
R/. Te lo ruego, Virgen Pía, por Jesús Hostia Sangrante.
--Se termina rezando una SALVE
a nuestra Santísima Madre por las necesidades de la Iglesia.
===SEGUNDO SÁBADO===
=El acto de contrición y la oración preparatoria como en el primer día. Luego se rezan siete Ave Marías en la memoria de los siete principales Virtudes de María.
Las 7 Principales Virtudes de María
1ª La primera virtud es la fe ardiente con que creyó las palabras del ángel de la Anunciación que le prometió sería Madre y Virgen a la vez, enseñándonos así a creer los divinos misterios aunque sean incomprensibles a la razón humana.
Ave María...
2ª La segunda virtud es la esperanza firme con que aguardaba el consuelo del cielo en las tristeza y la protección de Dios en las necesidades, para enseñarnos a no desconfiar de los auxilios divinos aunque nos veamos en grandes tribulaciones.
Ave María...
3ª La tercera virtud es la caridad o amor de Dios que jamás se entibió en María durante toda su vida. Imitémosla nosotros elevando todos los días nuestro corazón a Dios con acto de amor divino.
Ave María...
4ª La cuarta virtud es la prudencia con que siempre supo ordenar sus acciones a la mayor gloria de Dios y bien de su alma, sin exponerse jamás al peligro de pecar.
Ave María...
5ª La quinta virtud es la justicia con que cumplió exactísimamente los deberes para con Dios y para con el prójimo.
Ave María...
6ª La sexta virtud es la fortaleza para vencer las dificultades que se oponían al cumplimiento de la voluntad de Dios en todas las cosas.
Ave María...
7ª La séptima virtud es la templanza con que moderaba los apetitos de los sentidos.
Ave María...
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Como era en el principio, ahora, y siempre; y por los siglos de los siglos Amén.
Tus mercedes y amnistía sean mi fuerza en adelante,
R/. Te lo ruego, Virgen Pía, por Jesús Hostia Sangrante.
CONSIDERACIÓN:
El Escapulario de la Merced.
He aquí una hermosa prueba del amor de María que nos da a conocer su maternal solicitud y el interés que siempre ha tenido por nuestro bien. El histórico escapulario de la Merced no ha sido inventado por los hombres, sino que la misma Virgen Santísima lo trajo del cielo cuando descendió revestida de él a Barcelona, a ordenar a San Pedro Nolasco la fundación de la Orden Mercedaria. Santo y noble es, pues, su origen. Por eso los Sumos Pontífices, estimándolo en su justo valor, lo han enriquecido con un gran tesoro de indulgencias.
En él están simbolizados todos los favores y mercedes que María ha dispensado a sus hijos y devotos desde aquel día memorable, y que continuarán hasta el fin de los tiempos. ¡Cuántas conversiones ha facilitado, cuántos dolores ha calmado, cuántas desgracias ha evitado el escapulario de María de la Merced! Su blanco color significa la pureza de conciencia y la santidad de vida que siempre han de procurar tener los que lo llevan en su pecho, si quieren honrar dignamente a María y merecer su protección.
Medita, pues, alma cristiana, en la importancia de este beneficio que María de la Merced ha hecho al mundo y no vaciles en tomar su santo escapulario para que te agregues al número de sus hijos predilectos. Piensa cuál no será tu satisfacción si conservas hasta el fin de tu vida esta santa insignia; con esto te habrás asegurado el amparo y la asistencia de María para la hora de tu muerte. Ama, pues y venera con cariño este símbolo del amor de María de la Merced. Llévalo siempre contigo y no olvides que él te habla al corazón; ámalo con verdad, pero ama con más entusiasmo y fervor a María que te lo ha dado. Ella merece todo nuestro amor, nuestra gratitud y nuestros obsequios por este don inestimable.
=Se medita unos momentos y se hacen las peticiones.
ORACIÓN PARA EL SEGUNDO SÁBADO
Para implorar la protección de María.
Cuando contemplo, oh Madre mía, vuestra imagen y veo el blanco escapulario que me mostráis desde lo alto de vuestro trono, me parece que siento una voz interior que me dice: venid a mí, acercaos a recibir esta prenda de mi amor y conservadla como un recuerdo de vuestra Madre. Yo he obedecido a esa voz misteriosa que me llama, y aquí me tenéis, Señora mía, en posesión de vuestra santa insignia que no abandonaré jamás porque ella me recuerda el cielo y me alienta para trabajar en mi propia santificación.
Pero de poco me servirá si vos no venís en mi ayuda. Me encuentro en medio del mundo, rodeado de peligros, de engaños y ocasiones de ofender a Dios; si vos no me sostenéis con vuestras inspiraciones, puedo caer y abandonarme a los extravíos de mis pasiones. El título de hijo vuestro exige de mí una vida más perfecta, una vida de verdadero cristiano y ¿a quién debo acudir sino a vos para que me ayudéis en la reforma de mi conducta? La divisa de vuestro santo escapulario me trae a la memoria las mercedes que habéis hecho a vuestros servidores; hacedme también a mí la gracia de preservarme del pecado para que lo lleve con pureza de alma y me haga digno de vuestros premios. Yo os prometo llevar siempre conmigo esta santa insignia y estimarla como un don inapreciable porque ella me habla de vos, me recuerda vuestra misericordia y me asegura vuestra valiosa protección durante la vida y en la hora de mi muerte. Amén.
=Oración Final como en el primer día.
===TERCER SÁBADO===
=El acto de contrición y la oración preparatoria como en el primer día. Luego se rezan siete Ave Marías en la memoria de los siete gozos de María en la tierra.
Los 7 Principales Gozos de María.
1° El primer gozo en la tierra fue la Encarnación del Hijo de Dios en su purísimo seno, por obra del Espíritu Santo.
Ave María...
2° El segundo gozo de María en la tierra fue el Nacimiento de su divino Hijo y la adoración de los ángeles y pastores.
Ave María...
3° El tercer gozo de María en la tierra fue cuando los Magos de Oriente adoraron a su Santísimo Hijo como a verdadero Dios, Rey y Salvador del mundo.
Ave María...
4° El cuarto gozo de María en la tierra fue cuando, después de haber perdido a su amado Hijo, lo encontró en el templo, en medio de los doctores de la ley.
Ave María...
5° El quinto gozo de María en la tierra fue cuando vio a Jesús resucitado, resplandeciente y coronado de gloria.
Ave María...
6° El sexto gozo de María en la tierra fue cuando vio a su divino Hijo subir glorioso a los cielos para sentarse a la diestra de su Eterno Padre.
Ave María...
7° El séptimo gozo de María en la tierra fue cuando vio al Espíritu Santo descender sobre Ella y los apóstoles, el día de Pentecostés, para comunicarles sus dones.
Ave María...
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Como era en el principio, ahora, y siempre; y por los siglos de los siglos Amén.
Tus mercedes y amnistía sean mi fuerza en adelante,
R/. Te lo ruego, Virgen Pía, por Jesús Hostia Sangrante.
CONSIDERACIÓN:
María Redentora de los Cautivos
Un pueblo innumerable que había recorrido triunfante las costas de Africa cayó un día, como azote de Dios, sobre la nación española. Fue aquello una gran calamidad nacional porque la mejor parte del territorio del país quedó en poder de unos bárbaros, enemigos irreconciliables del nombre cristiano
Larga y dura fue la prueba e incontables los sufrimientos y dolores de los vencidos, a quienes los moros reducían a la esclavitud y los llevaban, cargados de cadenas, para encerrarlos en las cárceles africanas. Pero la católica de España se había distinguido en el amor, en el culto y en la devoción a María y por eso Ella determinó poner remedio a los males que afligían a sus hijos. Desciende para esto de los cielos, rodeada de gloria, y en la ciudad de Barcelona se aparece a tres ilustres varones: Pedro Nolasco, Raymundo de Peñafort y el rey Jaime I de Aragón, para ordenarles la fundación de la Orden de la Merced para redimir a los cristianos cautivos.
María es, pues, la principal fundadora de esta importante obra, por lo cual, desde aquel día le pertenece, con justicia, el título de Redentora de los cautivos que ahora le damos. Como Madre del Redentor, María cooperó eficazmente a la redención de la humanidad y Ella es también la causa primera de esta segunda redención que, por orden suya, realizan los hijos de la Merced. En la redención de la cruz nuestras almas quedan libres de la esclavitud del demonio y en la redención de cautivos María busca ante todo la salvación de las almas, porque éste era el fin principal que se proponían los redentores mercedarios.
Pero mientras viva la humanidad sobre la tierra, María tendrá siempre un vasto campo para seguir practicando su mística redención. Nosotros sus hijos, combatidos por las malas inclinaciones de nuestra naturaleza decaída, frágiles en nuestros propósitos y escasos de virtudes sólidas, podemos fácilmente abandonarnos a una vida disipada, culpable y sin temor a Dios y permanecer por largo tiempo cautivos del pecado. En este caso es cuando debemos acudir llenos de fe a María de la Merced Redentora de los cautivos. Ella, con sus santas inspiraciones y con su poderosa intercesión, nos sostendrá a tiempo para que no caigamos o nos ayudará a levantarnos para salir de la mísera esclavitud.
Amemos, pues, a nuestra amable Redentora, ya que ella nos ha amado y nos ama tanto; invoquémosla con firme confianza siempre que nos veamos en peligro de perder la gracia del Señor, y no dudemos que Ella oirá nuestras súplicas.
=Se medita unos momentos y se hacen las peticiones.
ORACIÓN PARA EL TERCER SÁBADO
En que se pide la perfección cristiana.
Oh María de la Merced, que bajasteis del cielo para romper las cadenas del cautiverio, dad una mirada al interior de mi alma y venid a desligarme de los lazos que me tienen atado a la servidumbre de mis pasiones los afectos desordenados, la indiferencia religiosa, el orgullo y el amor propio están echando en mí profundas raíces. La disipación y el espíritu del mundo han invadido todo mi ser; ya no amo a Dios como en otro tiempo, mi fe se va debilitando y ya no siento gusto para ocuparme de las cosas del cielo; sólo me falta caer en el abismo de la culpa para consumar la desgracia de perder a Dios y quedar esclavo del demonio.
Pero cuando pienso que vos sois mi protectora y mi Madre, revive en í la esperanza y no dudo de salir de este lamentable estado. Penetrad, pues, oh Redentora celestial, en la cárcel de mi alma y romped las cadenas que me tienen ligado a la esclavitud de mis sentidos. Acordaos de que un día os compadecisteis de las lágrimas y dolores de los cautivos, para que me libréis también a mí del cautiverio del pecado. Lavad todas las manchas de mi alma, purificad mi corazón y mis afectos, a fin de que pueda llevar una vida más perfecta; y esos grillos rotos que tenéis en vuestras manos, como símbolo de las muchas almas que habéis salvado y redimido, atestiguarán que también a mí me librasteis del poder de mis enemigos y me protegisteis hasta conducirme al cielo, donde os alabe y bendiga para siempre. Amén.
=Oración Final como en el primer día.
===CUARTO SÁBADO===
=El acto de contrición y la oración preparatoria como en el primer día. Luego se rezan siete Ave Marías en la memoria de las siete virtudes de María en la tierra.
Las 7 Virtudes de María
1ª La primera virtud es la castidad en la que aventaja María a los mismos ángeles, y nos enseña a huir de las ocasiones y peligros de perderla
Ave María.
2ª La segunda virtud es la humildad con que servía a San José y a Santa Isabel, su prima, después de haber llegado a la suprema dignidad de Madre de Dios, en lo cual nos enseña a amar los oficios humildes y a servir a nuestros inferiores.
Ave María.
3ª La tercera virtud es la perseverancia en los esfuerzos que realizó por los deberes que esta vida exige para criar a su divino Hijo en sus necesidades humanas, enseñándonos a no desesperar en la educación y sostén de los hijos en lo natural y lo sobrenatural.
Ave María.
4ª La cuarta virtud es la pobreza, que la hacía contentarse, siendo reina del cielo y de la tierra, con un pobre vestido y una modesta habitación.
Ave María.
5ªLa quinta virtud es la paciencia con que sufría en silencio y resignación sus trabajos, enseñándonos así a sufrir por nuestras culpas lo que Ella sufría siendo santa.
Ave María.
6ª La sexta virtud es la modestia con que guardaba cuidadosamente sus sentidos, adornando sus acciones con el decoro y el pudor.
Ave María.
7ª La séptima virtud es el recogimiento interior con que mantenía siempre la comunicación con Dios, enseñándonos a no disipar demasiado nuestro espíritu.
Ave María.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Como era en el principio, ahora, y siempre; y por los siglos de los siglos Amén.
Tus mercedes y amnistía sean mi fuerza en adelante,
R/. Te lo ruego, Virgen Pía, por Jesús Hostia Sangrante.
CONSIDERACIÓN:
Los Santos de la Orden de la Merced
Los Santos del Cristianismo, que la Iglesia católica venera en los altares, son los modestos héroes de la virtud que se sacrifican en el silencio, no para conquistarse los vanos aplausos del mundo, sino para conseguir la corona de gloria que Dios les ha prometido y que los hará eternamente felices. Ellos aprendieron al pie de la cruz a mortificar su cuerpo, a dominar sus pasiones y a negar a sus sentidos todo aquello que los alejaba de Dios, su único ideal, consiguiendo de este modo la perfección del espíritu. Bien se comprende cómo un vida de tanta pureza y abnegación merezca toda nuestra estima, y cuan dignos de estudiarse y de imitarse sean los ejemplos que nos han dejado, ya que los santos deben ser modelos del cristiano.
Considera en este día los bellos ejemplos de amor y devoción a María que nos han dejado algunos santos, hijos de nuestra Madre Santísima de la Merced. Era tal el amor y el culto que le tributaba San Pedro Nolasco que María para premiarlo, ya aquí en la tierra, vino muchas veces rodeada de ángeles a consolarlo en sus tribulaciones, a bendecir sus empresas y a acompañarlo, finalmente, en la hora de su muerte.
En premio del mismo amor que le profesaba San Pedro Armengol. María le conservó por tres días la vida cuando los musulmanes del Africa lo colgaron de una horca en odio a la fe de Cristo. San Ramón Nonato, gran amante de María, cuando niño, oraba todos los días delante del altar que mantenía adornado con hermosas flores y, cuando, más tarde se hizo religioso, hallaba todas sus delicias en predicar sus excelencias y en comunicar a los demás el fervor de la devoción que le tenía. Y San Pedro Pascual, obispo y mártir ilustre, enamorado de la belleza celestial del alma de María, enseñó y defendió en sus escritos, antes que ningún otro doctor, el dogma de su Inmaculada Concepción.
Aprendamos también nosotros, de estos nobles hijos de María de la Merced, a amar con ternura y a venerar en todas ocasiones a nuestra Madre y Señora. No olvidemos estos santos ejemplos, cultivemos con esmero este dulce amor en nuestros corazones, revistámonos de celo ardiente para propagarlo en todas partes y estemos seguros que María premiará con generosidad nuestros pobres obsequios.
=Se medita unos momentos y se hacen las peticiones.
ORACIÓN PARA EL CUARTO SÁBADO
En que se pide al amor de Dios.
Reconozco, oh Madre mía de la Merced, que el amor a Dios ha producido a todos los santos que ahora rodean vuestro trono de gloria en el cielo. Yo también deseo ir un día a alabaros en su compañía, después de imitar sus ejemplos aquí en la tierra, amando con fidelidad a Dios y practicando vuestra devoción, como lo han hecho vuestros hijos predilectos, a quienes sacasteis de los peligros del siglo para agregarlos a vuestra santa familia y honrarlos con vuestro blanco escapulario.
Mas, al ver la tibieza y disipación en que está mi espíritu, vengo a pediros la gracia de un verdadero amor a Dios para salvar mi alma porque hasta hoy, en vez de haberlo amado sobre todas las cosas, he vivido largo tiempo en la indiferencia y olvidado de mi último fin. He buscado mi felicidad en las riquezas, en los placeres y pasatiempos del mundo y me he acordado pocas veces de la belleza infinita que merece todo mi amor.
Pero desde hoy, en adelante, quiero reformar mi vida y recuperar el tiempo que he perdido amando desordenadamente los bienes de la tierra; por eso acudo a Vos para que me alcancéis este favor, ya que sois mi abogada y protectora. Ojalá merezca yo, por vuestra intercesión, obtener el amor de aquel Dios que me amó desde la eternidad y antes que yo pudiera amarlo; de aquel Dios que me creó para Sí, que me dió ángeles para que me guardasen y que me tienen prometido el cielo en cambio de mi amor. Inclinad, pues, Señora, vuestros oídos a mi petición y prometedme rogar por mí para alcanzar esta gracia que tanto deseo . Amén.
=Oración Final como en el primer día.
===QUINTO SÁBADO===
=El acto de contrición y la oración preparatoria como en el primer día. Luego se rezan siete Ave Marías en la memoria de los siete grados de amor con que María amaba a Dios.
Los 7 grados de Amor con que María amaba a Dios.
Estos son los siete grados del amor de María, según San Bernardino de Sena.
–Sermones, vol. III– Sermón IX, pág. 104 y siguientes.– Venetiis 1591.
1° El primer grado es el amor de separación por el cual María huyó y se alejó de todo aquello que era contrario al amor purísimo de su Amado.
Ave María.
2° El segundo grado es el amor de transformación, que deificó y unió insuperablemente a Dios el alma de María en la concepción de su divino Hijo
Ave María.
3° El tercer grado es el amor de comunicación, con el cual María inflamaba y comunicaba al prójimo el fuego del amor de Dios que ardía en su corazón.
Ave María.
4° El cuarto grado es el amor de júbilo y gozo con que María glorificaba y cantaba a Dios, en su corazón, cánticos de amor y de gratitud por los beneficios recibidos.
Ave María.
5° El quinto grado es amor de gusto y sabor espiritual con que discernía y gustaba las diversas propiedades del amor divino.
Ave María.
6° El sexto grado es amor de compasión con que se condolía, como Madre amorosa, de nuestros innumerables pecados y defectos.
Ave María.
7° El séptimo grado es el amor de consumación o perfección con el cual nos convida a ser perfectos, observando fielmente los preceptos y los consejos del Señor.
Ave María.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Como era en el principio, ahora, y siempre; y por los siglos de los siglos Amén.
Tus mercedes y amnistía sean mi fuerza en adelante,
R/. Te lo ruego, Virgen Pía, por Jesús Hostia Sangrante.
CONSIDERACIÓN:
Mártires de la Orden de la Merced.
El Martirio, sufrido en defensa de la fe de Cristo, es el sacrificio más noble que el hombre puede ofrecer a Dios para probarle su amor y su absoluta dependencia. Los mártires de los primeros siglos del cristianismo tenían viva su fe en las verdades religiosas, firme su esperanza en los eternos premios y ardiente el amor que profesaban el divino Maestro; por eso daban su vida con alegría en los tormentos.
Este mismo amor de Cristo, aumentado y perfeccionado con los ejercicios de la vida religiosa, fue también el que movió a tantos hijos de la Merced a dar contentos su vida en los suplicios que les aplicaban los moros musulmanes, en odio a la fe cristiana, cuando iban a redimir a los cautivos. Pasa de mil el número de estos héroes de la caridad*, que imitando el ejemplo del Redentor, derramaron su sangre, en tierra de infieles, para librar al prójimo de la esclavitud y de los peligros de perder la fe. El amor de Dios era el móvil de todas sus acciones.
Mas, junto con este amor, aquellos abnegados bienhechores de la humanidad, llevaban en su pecho otro amor que endulzaba su martirio: el amor ferviente que profesaban a su Madre celestial, María de la Merced. Este amor los consolaba en las prisiones, les daba valor para confesar la fe y para recibir la muerte con intrepidez. Todos morían pronunciando el dulce nombre de su Madre.
Considera ahora cómo, también a ti, el amor a María te puede hacer capaz de realizar grandes cosas en orden a la vida eterna. Puedes salvar fácilmente tu alma si consigues arraigar este amor en tu corazón, porque él te servirá de escudo en las tentaciones y te ayudará a conservar intacta la gracia del Señor. Él te inspirará deseos de más alta perfección, a fin de que lleves una vida de verdadero cristiano observando con exactitud la ley de Dios y así puedas un día ofrecer al Creador la oblación de todo tu ser, como un sacrificio digno de su infinita santidad.
* P. Vidondo.–Espejo católico de la caridad, pag. 199.–Pamplona, 1658
=Se medita unos momentos y se hacen las peticiones.
ORACIÓN PARA EL QUINTO SÁBADO
En que se pide la contrición.
Aquí tenéis, oh Madre de la Merced, al más ingrato de vuestros hijos que viene a implorar vuestros favores.
Además de la existencia, Dios me ha concedido todos los dones necesarios para alcanzar mi salvación, pero en vez de agradecerle sus beneficios, yo no he pensado más que en dar gusto a mis sentidos quebrantando su Santa Ley. Soy aquel hijo pródigo que habiendo recibido una rica herencia de gracias celestiales, fui a perderla en los engaños de la vida, apartándome de mi buen Padre. Pero, conociendo ya mis desvaríos, acudo a Vos, Señor mía, que sois el refugio de los pecadores, para que me alcancéis la contrición perfecta de mis pasadas culpas.
Grande es esta gracia que os pido, pero muy conforme con vuestra piedad y misericordia. Vos que concedisteis a vuestros hijos redentores el valor y la constancia para confesar la fe en presencia e sus enemigos; Vos que les ayudasteis a conquistar la palma del martirio, me habéis de alcanzar a mí el don inestimable de la contrición que me hará grato a los ojos de Dios y de los ángeles.
El lograrla me inspirará obras de penitencia, hará de mí un templo vivo del Espíritu Santo y me dará el amor a Dios, como prenda infalible de perdón. Por los méritos de vuestro divino Hijo, alcanzadme esta gracia para que se pierda en mí el fruto de la redención, para que sepa agradecer lo mucho que debo a mi Salvador y para que le ame eternamente. Amén.
=Oración Final como en el primer día.
===SEXTO SÁBADO===
=El acto de contrición y la oración preparatoria como en el primer día. Luego se rezan siete Ave Marías venerando el Cuerpo y el Alma de la Santísima Virgen.
1° Santísima Madre de Dios, alabo y bendigo las manos purísimas con que ayudasteis y servisteis a vuestro divino Hijo.
Ave María.
2° Santísima Madre de Dios, alabo y bendigo vuestros ojos dichosos que miraron tantas veces al Mesías que desearon ver los reyes y profetas.
Ave María.
3° Santísima Madre de Dios, alabo y bendigo vuestros castos oídos que oyeron las palabras de vida del Maestro divino.
Ave María.
4° Santísima Madre de Dios, alabo y bendigo vuestro corazón que amó tan tiernamente al Creador.
Ave María.
5° Santísima Madre de Dios, alabo y bendigo la memoria en que conservasteis las divinas enseñanzas de Jesús.
Ave María.
6° Santísima Madre de Dios, alabo y bendigo el entendimiento con que comprendisteis la ciencia de la salvación.
Ave María.
7° Santísima Madre de Dios, alabo y bendigo la voluntad con que ejecutasteis los designios del Señor.
Ave María.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Como era en el principio, ahora, y siempre; y por los siglos de los siglos Amén.
Tus mercedes y amnistía sean mi fuerza en adelante,
R/. Te lo ruego, Virgen Pía, por Jesús Hostia Sangrante.
CONSIDERACIÓN:
Los Venerables de la Orden de la Merced.
Si fijas tu atención en la numerosa falange de religiosos que, desde su fundación, han pertenecido a la Orden Mercedaria, comprenderás cuán grande es el atractivo y el amor que el nombre de María de la Merced puede inspirar a las almas buenas. De una parte son jóvenes, ricos y nobles muchos de ellos, a quienes el mundo ofrecía honores, comodidades y placeres, pero un día oyeron en su corazón la voz de María, lo dejaron todo y corrieron con alegría al claustro en busca de una vida mejor. De otra parte, también son jóvenes virtuosos que, en la flor de sus años o cuando divisaban un brillante porvenir, renuncian generosamente a sus esperanzas y se consagran al amor y al servicio de María de la Merced.
Muchos de entre aquéllos y no pocas de éstas, siguiendo la doctrina y los ejemplos de Jesucristo, llevan en el claustro una vida angelical y se santifican bajo la protección y las bendiciones de María. Las historias y las crónicas de la Orden Mercedaria conservan con veneración el largo catálogo de sus gloriosos nombres y el pueblo cristiano, testigo de sus heroicas virtudes y prodigios, les dio el titulo de santos y de venerables que con justicia merecieron.
No olvides, pues, que con el favor de María, tú también puedes enriquecer tu alma de méritos que te servirán para el día de la cuenta. Es verdad que la perfección cristiana depende en gran parte de los esfuerzos de la propia voluntad; mas, si te dedicas con verdadero interés a trabajar por adquirirla, la gracia de Dios y los auxilios de María de la Meced vendrán también en tu ayuda para que consigas la pureza de la conciencia. Ponte, pues, desde hoy, bajo la protección de nuestra Madre e invócala en todas tus necesidades espirituales. Cumple fielmente los deberes y obligaciones que con ella hayas contraído y de este modo adquirirás la virtud y perfección de los santos.
=Se medita unos momentos y se hacen las peticiones.
ORACIÓN PARA EL SEXTO SÁBADO
Siempre que pienso en el problema de mi salvación, oh Madre mía, me siento sobrecogido de un justo temor en vista de la incertidumbre de mi suerte futura. Pero cuando me acuerdo que Vos sois la Salvadora de los pecadores y la fuente de todas las gracias, me siento consolado y alentado para pediros que me ayudéis a conseguir mi eterna salvación. Es verdad que he merecido muchas veces el infierno, que he abusado de la misericordia de Dios, volviendo a ofenderle cada vez que me ha perdonado; pero Vos que vinisteis al mundo a salvar a los que estaban en peligro de perderse, me habéis de preparar un camino seguro para llegar al cielo.
Vos que librasteis de los lazos del demonio a tantas almas, colocándolas a la sombra de vuestro santuario para que formasen la porción escogida de vuestra familia mercedaria; Vos que velasteis, como Madre solícita, por aquellos hijos vuestros y los protegisteis hasta introducirlos en el cielo, adornados con la aureola de la santidad, me habéis de proteger también a mí a fin de que adopte los medio más eficaces para salvar mi alma. Amén.
=Oración Final como en el primer día.
===SÉPTIMO SÁBADO===
=El acto de contrición y la oración preparatoria como en el primer día. Luego se rezan siete Ave Marías en memoria de los siete Gozos de María en el Cielo.
1° El primer gozo de María es su gloriosa Asunción en cuerpo y alma a los cielos.
Ave María...
2° El segundo gozo de María en el Cielo es por estar coronada como Reina de la creación.
Ave María...
3° El tercer gozo de María en el Cielo es estar sentada a la diestra de su divino Hijo.
Ave María...
4° El cuarto gozo de María en el Cielo es verse enaltecida sobre los ángeles y santos por su incomparable pureza y santidad.
Ave María...
5° El quinto gozo de María es porque todos los justos del cielo la aman, obedecen y glorifican como su Reina.
Ave María...
6° El sexto gozo de María en el Cielo es porque toda la Iglesia militante acude a Ella como a su Madre y abogada.
Ave María...
7° El séptimo gozo de María en el Cielo es porque su divino Hijo le concede todas las gracias que Ella pide para nuestro bien.
Ave María...
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Como era en el principio, ahora, y siempre; y por los siglos de los siglos Amén.
Tus mercedes y amnistía sean mi fuerza en adelante,
R/. Te lo ruego, Virgen Pía, por Jesús Hostia Sangrante.
CONSIDERACIÓN:
Las Mercedes de María
Cuando se considera que María, dotada de nuestra misma naturaleza humana, vivió también aquí en la tierra participando nuestras penas y dolores, y conociendo nuestros males; cuando se piensa que hace ya tantos siglos que está usando en el cielo su clemencia y su bondad en favor de los pecadores, bien se comprende que jamás de agotarán sus misericordias mientras haya en el mudo almas menesterosas de sus gracias. ¿Quién podrá contar los innumerables favores que Ella ha derramado como lluvia del cielo, sobre las almas que la han amado e invocado con ternura? Larga y hermosa es la historia que de ellos conserva agradecido el pueblo cristiano.
Nosotros, sus hijos devotos, debemos tributarle rendidas gracias por uno de esos muchos beneficios que nos habla muy claro del amor de nuestra Madre, esto es, la ‘revelación’ del dulce nombre de María de la Merced que Ella misma vino a dar a conocer sobre la tierra. Lleno está el mundo de los recuerdos de este singular favor de María. Y ¿quién de nosotros no conserva, con gratitud la memoria de alguna gracia recibida de la Reina de la Merced?
En el último de estos siete días, que has consagrado a honrar a nuestra madre, medita un instante en las muchas mercedes con que Ella ha favorecido al mundo en general, y particularmente, a ti durante tu vida.
Estas mercedes que te ha hecho son de dos clases: unas espirituales que se refieren a las santas inspiraciones y buenos deseos, a la enmienda de tu vida y a la firmeza de los propósitos en que Ella ha tomado parte sin que tú lo notaras. La otra es temporal y te recuerda los peligros, angustias y sufrimientos de que te ha librado tantas veces. Ríndele, por todo, fervientes acciones de gracias y despídete de la Madre de las Mercedes prometiéndole solemnemente no olvidar jamás su amor honrarla con una vida más pura y llevar siempre su santo nombre en tu corazón para invocarlo en todas tus necesidades.
=Se medita unos momentos y se hacen las peticiones.
ORACIÓN PARA EL SÉPTIMO Y ÚLTIMO SÁBADO
En que se pide la gracia de una Buena Muerte
Gracias os doy, oh Madre Santísima de la Merced, por los favores que en todos los tiempos habéis dispensado a la Iglesia católica y por los que me habéis concedido a mí en tantas ocasiones. En este último día, que consagro a honrar vuestro nombre y a recordar vuestras glorias, os pido que me concedáis la gracia de perseverar hasta el fin practicando la virtud y amando vuestra santa devoción. Bien sabéis, Señora mía, que la virtud no está segura en este mundo y que llevamos en vasos quebradizos los tesoros de la gracia divina. ¿Quién me librará de los culpables extravíos si Vos no me tendéis la mano para llegar con facilidad al final de mi carrera?
A causa de mis culpas, tengo razón para temer en mi última hora; he ofendido tantas veces a mi buen Dios, que tiemblo ante la sentencia final del justo Juez. Por eso quiero asegurarme, para aquel peligroso trance, vuestra maternal protección. Amparadme, pues Madre mía, desde hoy y dadme la perseverancia en el amor y en el servicio de Dios, mientras me dure la vida, para asegurar mi fin. Dadme también la perseverancia en vuestro amor, para consagrar el resto de mis días a celebrar vuestro culto, a meditar vuestras perfecciones y a imitar vuestras virtudes, a fin de prepararme de este modo a la muerte de los justos. Amén.
=Oración Final como en el primer día.
9/15/12
Los 7 Sábados en honor a Nuestra Madre de la Merced.